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22 »El segundo día, sacrifica un carnero sin ningún defecto —sin enfermedad, deformidades, heridas o costras— como ofrenda por el perdón de las maldades. Así el altar será limpiado, como lo fue previamente por el becerro. 23 Cuando hayas concluido esta ceremonia de purificación, ofrece otro becerro perfecto y un carnero perfecto del rebaño. 24 Preséntalos delante del Señor, y los sacerdotes esparcirán sal sobre ellos como una ofrenda quemada.

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